Sunday, November 25, 2007

"La cuarta espada", de Santiago Roncagliolo

Por sus declaraciones en las entrevistas brindadas a raíz de la novela “Abril rojo”, ganadora del premio Alfaguara 2006, el joven escritor peruano Santiago Roncagliolo (Lima, 1975) daba a entender que su interés en los años de la violencia política que se vivió en Perú iba a ser el tópico de su siguiente publicación.

La violencia política, acaecida por más de quince años, sigue siendo motivo de debates encontrados en todos los aspectos. La literatura no ha sido ajena a ellos, su tratamiento en la ficción es un suceso que no se está tratando desde hace poco, por el contrario, desde los años previos al estallido de la primera incursión del grupo político-subversivo Sendero Luminoso, algunos narradores peruanos empezaron a delinear el fenómeno para explicarlo, en parte, a través de la ficción, prueba de ello es el gran cuento “Una vida completamente ordinaria” de Miguel Gutiérrez, publicado originalmente en la revista Narración e incluido en la muy buena antología sobre la violencia política “Toda la sangre” del crítico Gustavo Faverón Patriau.
El abordaje a estos oscuros años que muchos peruanos quieren olvidar también ha dado verdaderas joyas en el formato de novela, como “Rosa cuchillo”, de Óscar Colchado Lucio; “Retablo”, de Julián Pérez; “Radio Ciudad Perdida”, de Daniel Alarcón; y “La hora azul”, de Alonso Cueto.
“La cuarta espada” es una crónica novelada sobre el fundador del grupo terrorista Sendero Luminoso, Abimael Guzmán. Estamos ante un libro que no pretende dar una versión definitiva de ese líder sanguinario, es, ante todo, un acercamiento a los móviles internos que intentan explicar qué es lo que llevó a Guzmán a embarcarse en una empresa que generó los ríos de sangre de más 70 000 peruanos. En ese aspecto, exigirle a Roncagliolo un rigor investigativo está demás puesto que en el mismo texto el escritor deja en claro lo difícil que es, por ejemplo, conseguir una entrevista con Guzmán, recluido en una de las cárceles de máxima seguridad del mundo ubicada en una base naval, como también llegar a gozar de la confianza de las herméticas personas que lo acompañaron en esa locura que ellos llamaban “guerra popular”.
Roncagliolo, como buen narrador de asunto, apela a las técnicas novelescas para brindarnos una historia real, o siendo más agudos, su historia, su versión, por eso, hubiera sido saludable que el subtítulo en lugar de consignar “La historia de Abimael Guzmán y Sendero Luminoso”, hubiera tenido un singular “La historia de Abimael Guzmán y Sendero Luminoso, según Santiago Roncagliolo”.
Dividido en “La escuela del terror”, “La Guerra” y “La cárcel”, “La cuarta espada” cumple con su cometido: se deja leer, atrapa al lector, y nos permite conocer los puntos de vista de quienes conocieron abiertamente y veladamente a Abimael Guzmán, y también deducir qué piensa Roncagliolo sobre esos años, y sobre la sensación que le dejó meterse de lleno en un trabajo periodístico, por encargo, signado por el aura de lo imposible por redondearlo.
De las tres partes de este libro, pues no dejo de reconocer que las tres me gustaron, y quizá sea “La cárcel” la sección que más atraiga ya que es en ella donde Roncagliolo logra tener un contacto directo con la terrorista Elena Iparraguirre, pareja sentimental de Guzmán que se encuentra en una cárcel para mujeres. El encuentro del escritor con esta terrorista termina cerrando la búsqueda que termina dando sentido a este libro, y llama la atención de que la llegada a ella se haya dado por medio de los cauces del azar, senderos que sólo ofrecen las buenas novelas, ya que el contacto con Iparraguirre se lo proporciona un pastor evangélico que asistió a la presentación de “Abril rojo” en Lima, a mediados de 2006, o sea, en pleno tour book.
“La cuarta espada” es un libro polémico, en más ocasión tuve ganas de escribirle un mail a Roncagliolo para dejarle por sentado mi parecer, sin embargo, un libro que no genera polémica, que no es capaz de levantar críticas, favorables o contrarias, es sencillamente basura. Y en ese lado “La cuarta espada” está muy lejos de la indiferencia.
Este libro seguramente será muy vendido en España y en los países de Latinoamérica, por ello, no debe ser tomado como una verdad absoluta, sino que sirva de motivación a quienes no conozcan de esos aciagos años y, en especial, de Guzmán a buscar los otros libros que desmenuzan estos tópicos, como el referencial “Sendero” del periodista Gustavo Gorriti.
Por otro lado, no puedo dejar de decir lo siguiente: es de muy mal gusto que algunos periodistas que han “maltratado” al autor, ya sea a través de entrevistas o artículos, no se hayan tomado el trabajo de leer en su integridad el libro (pésima costumbre generada por el apuro de la bendita primicia), porque como escribí líneas arriba, ésta es la versión de Roncagliolo, y él lo deja por sentado en el libro mismo.
Editorial: Debate.
Esta reseñá apareció publicada el 25 de noviembre en el Diario Siglo XXI de Castellón, España.

Monday, November 12, 2007

"El enigma de París", de Pablo De Santis

Lamentablemente, los buenos escritores a veces están confinados a una modesta difusión. No pocas veces, para salir de esa parcela, los premios literarios terminan ofreciendo una posibilidad apreciable para que esas obras de los buenos escritores tengan el alcance que se merecen. Por eso, es necesario celebrar que “El enigma de París” se haya alzado con el Premio Planeta–Casamérica 2007. Es saludable también porque la novela es buena, y doblemente saludable porque a través de la difusión de la misma se podrá conocer lo anteriormente escrito por Pablo De Santis, notable narrador argentino que uno no sabe por qué gozaba del reconocimiento en círculos reducidos de escritores, cuando lo justo es que su obra debe de haberse conocido desde hace muchísimo tiempo. Muy bien por la megaeditorial que convocó este concurso, esta vez no metieron la pata, no hay hedor a premio arreglado.

Como lo señala el mismo título, “El enigma de París” es una novela de corte policial. Por suerte, la novela se escapa de las nomenclaturas temáticas que tanto están calando en la narrativa policial hispanoamericana: drogas, trata de blancas, sicarios a sueldo, caza recompensas, etc., las cuales apelan casi siempre a un lenguaje somático que afiance más la realidad ficcionalizada, ya que en esta clase de policiales, la historia cruda es tan importante a la crudeza de su lenguaje, una sin otra no pueden vivir, ni mucho menos llegar a ser relativamente aceptables, teniendo que cargar con el conocimiento responsable del contexto social representado, ya que el policial puede permitirse todo, menos la inverosimilitud.

Ahora, ¿qué de especial tiene “El enigma de París”? La respuesta es una: un gran canto a los logros de la imaginación, un ejemplo de cómo narrar sin ser burdo, de lo importante que es usar la inteligencia para mantener una historia que en apariencia amenaza con perderse en digresiones. Ergo, Pablo De Santis no sólo es un muy buen fabulador, sino que a esta cualidad se suma a que en cada página puede rastrearse esa condición esencial que tienen los narradores de raza: huida del talento para ampararse en la formación literaria que sólo se logra, aún así suene obvio, leyendo, leyendo mucho, torrencialmente.

Esta novela de De Santis está enmarcada en la tradición del policial – enigma que tiene mucha raigambre en la tradición anglosajona, la cual, paradójicamente, tiene como su máximo representante al norteamericano Edgar Allan Poe. Novela ambientada en 1889, narrada en primera persona por quien fuera el aprendiz de detective Sigmundo Salvatrio, quien da cuenta de su mentor Renato Craig y de los pormenores del oficio de las pesquisas. Craig se encuentra convaleciente de una innominada enfermedad y Salvatrio viaja a París para el congreso de Los Doce Detectives, en el cual los integrantes de este cónclave debatirán sus métodos de investigación, sin embargo, la muerte de uno de ellos en la entonces incipiente construcción de la torre Eiffel obliga a los otros miembros a dar con el asesino. Salvatrio y el detective polaco Víktor Arzaky, amigo de Craig, son quienes más empuje le ponen al misterio muy relacionado con una secta de fanáticos que están en contra de la culminación de la hoy famosa torre francesa.

Como todo buen policial, ya sea en la onda del hard boiled o del enigma, lo que interesa, aún más que el caso por resolver, es la composición de la fisonomía moral de sus personajes, de la relación que entre ellos existe y que a través de sus vasos comunicantes podamos conocer las pasiones y los motivos razonables que los mueven. En este punto, De Santis se vale de su basta experiencia para mantenernos en vilo porque cuando la novela parece caer, sale a flote un detalle, un diálogo, una opinión, un pensamiento que reencaucha el interés real del eje de la investigación: encontrar al culpable, o sea, gozar más del conflicto de sus sui generis protagonistas.

Como implícitamente escribí líneas arriba: “El enigma de París” es una muy buena novela, pero no es la mejor de este narrador argentino. Sin embargo, que la difusión comercial que la novela tiene a raíz de este importante premio sirva para que los lectores puedan acercarse a joyas apreciables de De Santis, anteriormente publicadas, como “El calígrafo de Voltaire”, “Filosofía y Letras” y la maravillosa “La traducción”.

Editorial: Planeta
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Esta reseña apareció publicada el 12 de noviembre en Siglo XXI.

Thursday, November 01, 2007

"Tánger", de Juan Madrid

Se supone que la labor del reseñista es abordar la publicación de los libros actuales que uno considera más interesantes. No sé por qué, pero nunca he sido partícipe de esa idea ya que existen libros realmente buenos que por varias razones han pasado desapercibidos, por un lado; otros que sí han gozado de la atención mediática y crítica, por otro; por eso, celebro una reedición que me ha hecho reencontrar con uno de los escritores españoles más importantes que hay hoy en día. A lo mejor peque de avezado, pero no creo que exista mejor escritor de novelas policiales que Juan Madrid, de quien vengo leyendo a la fecha más de diez libros , cifra mínima para un autor al que sí hay que calificar de prolífico.

La novela que me ocupa en esta ocasión es “Tánger”, publicada en principio en 1997, y es gracias a una reedición que puedo diseccionar este canto al policial negro. Seguramente muchos saben, pero no está demás recalcarlo: “Tánger” fue llevada al cine bajo la batuta de su propio autor en 2004. En esta novela, lo primero que se nos presenta es un tópico que viene siendo el boom de la industria novelera mundial: la inmigración y el racismo. Hoy en día, las casas editoras con poder están viendo con buenos ojos aquellas propuestas escritas por hijos de inmigrantes o sencillamente inmigrantes. En ese lado, esta novela de Juan Madrid cumplió un involuntario halo profético de la temática que iba a desarrollarse en el futuro, y digamos que el tratamiento que se le da a la inmigración en esta entrecruzada novela refulge a cada instante como una ácida crítica contra la estúpida intolerancia hacia quien es distinto por procedencia. Sólo los buenos libros son capaces de generar lecturas paralelas.

Abdul Saíd, hijo de padre español y madre marroquí, decide hacerse cargo del negocio de su señor padre, el cual tiene por detalle sacar de apuro a quienes no tienen dinero. Para ello, Abdul no quiere prestarse a la costumbre poco ética de dar dinero por dar, tal y como lo hacía su progenitor. El asunto se complica cuando un par de ex convictos se acercan al susodicho negocio para pedir un “pequeño” préstamo que se invertirá en una jugada comercial que no le dicen a Abdul: la compra de armas para venderlas a un grupo de trasnochados nacionalistas que quieren bajarse a comunidades de inmigrantes. A grandes rasgos ese es el argumento, por demás interesante. Sin embargo, “Tánger” es también una muestra fehaciente de la reivindicación de la piedra angular de la tradición de la novela: la lograda concepción de la fisonomía moral de los personajes. Ya sean protagónicos o no, en esta novela no hay personaje flojo, todos cumplen una función delimitada por el exceso, la avaricia, el apego al sexo, la búsqueda del dinero, la idealización del amor, etc. Son ellos quienes a través de sus dramas cotidianos terminan dejando en un segundo plano el aura de violencia de la historia, como testimonio de que las mismas relaciones humanas pueden ser mucho más atroces, o igual, que los actos delictivos llevados con premeditación. Una novela donde hay no buenos, todos están tras los pasos de lo que consideran mejor para cada quien.

En una época donde el policial es vilipendiado, por eruditos y paracaidistas literarios, con (in) justificada razón, “Tánger” se yergue como un referente ineludible del género, que al igual que todo género sólido, tiene la suficiente plasticidad para que su representación no se quede sólo en el papel. Una delicia de novela, por decir lo menos.

Editorial: Punto de Lectura.

Nota: Esta reseña salió publicada el 2 de noviembre de 2007 en el diario Siglo XXI de Castellón.