Monday, December 21, 2009

La predominancia de las novelas de género

Seguramente este será un artículo relativamente polémico. A lo mejor se me acuse de antojadizo, apurado e irresponsable. Lo que motiva estas líneas es la lectura de los tres tomos de MILLENNIUM, la fabulosa trilogía novelesca del sueco Stieg Larsson (1954 – 2004).

No, no voy a adentrarme en los vericuetos existenciales de la protagonista Lisbeth Salander, menos en las pulsiones racionales de Mikael Blomkvist. Eso será trabajo para mi buen amigo y compañero de espacio crítico Herme Cerezo.
En lo personal, la lectura de estos monumentales títulos me llevó a pensar mucho en los géneros novelísticos que injustamente vienen siendo, desde hace décadas, muy subvalorados. Me pregunté con justa razón: ¿en qué momento se jodió la novela? Claro, los ríos de tinta de la parcela literaria más libre, se enriquecen con nombres imprescindibles en el imaginario de la literatura mundial, de quienes más de uno hemos aprendido, en especial sobre los logros de la forma y andamiaje estructural de los mecanismos de la ficción. Podemos citar un buen número de autores como ejemplo de aquello.
Hasta allí, todo bien. Seguimos siendo canónicos. Pero me pregunto, ahora sí esperando un tanteo de respuesta aunque sea: ¿qué papel juegan las novelas de género?, ¿pertenecen al segundo orden del arte de novelar?
Una de las características que signó los salones frecuentados por los señorones de las letras en el siglo pasado, fue la de catalogar todo lo popular como expresión artística menor. Durante mucho tiempo se pensó que mientras más obtuso fuera una expresión creativa, más cerca esta podía traspasar los derechos de admisión de los celadores del arte y del dizque buen gusto. Un ejemplo de lo expresado: La nueva novela francesa, corriente del cincuenta y sesenta felizmente hoy olvidada.
Son las novelas de género, muchas de ellas cobijadas por el rótulo de Best Sellers, las que han mantenido el espíritu vivo del siglo de la novela: la novela decimonónica. Una mirada somera sobre lo acontecido durante el XIX nos permite llegar a la conclusión general de que fue el ánimo totalizador lo que germinó la novela con voluntad de crónica, en la que todos podían ser protagonistas de una historia bien contada, a manera de novela-río como los rusos, a manera de novela-episodio como los franceses. En otras palabras, el tema, o asunto, como base de los cauces formales que se depurarían en el siglo siguiente.
Basta leer las entregas de escritores de género como Philip K. Dick, Robert Ludlum, Stephen King, Irving Wallace, James Ellroy, John Le Carré, Manuel Vázquez Montalbán, Raymond Chandler, etc.; cada quien en su sendero temático, como para saber que ellos, al igual que sus pares del siglo pasado, también querían dar cuenta de las vicisitudes del sujeto en la sociedad y de los avatares que lo absorben. Es por ello que, más allá de ser catalogados como escritores menores, estos no dejan de gozar los favores honestos del público lector, quienes son los verdaderos jueces a la hora de valorar un texto, y este reconocimiento se da porque estos autores de género la tenían (y tienen) muy clara a la hora de narrar: enganchar al lector con un argumento que no deje indiferente. Mientras se sigan escribiendo novelas que relaten una historia, la novela como género supremo de libertad temática y formal no se verá socavada por aquellas incursiones llevadas a cabo de espaldas al lector, que también son válidas, pero no determinantes al detallar los alcances naturales de la novela como tal.
Publicado en Siglo XXI

Saturday, December 12, 2009

DEMOLER "Rock peruano 1965 - 1975"

El mayor acontecimiento libresco del año en Perú es, sin lugar a dudas, la publicación de DEMOLER “Un viaje personal personal por la primera escena del rock en el Perú 1957 – 1975” (Revuelta Editores), del escritor Carlos Torres Rotondo.

En casi trescientas páginas Torres Rotondo rescata a los protagonistas de la generación que formaron una de las escenas rockeras más importantes en el imaginario hispanoamericano de los sesenta y setenta. Para muchos entendidos –y sin afán de caer en el barato chauvinismo- la movida rockera peruana llegó a ser la mejor. Por ejemplo: la banda limeña Los Saicos es considerada como uno de los grupos fundacionales del Punk, lo que le ha valido ser catalogada en el curso de los últimos años como una agrupación de culto a nivel mundial.
Si DEMOLER como libro goza ya de un justo reconocimiento unánime, no debemos dejar de lado el cd homónimo de este, que acaba de ser lanzado al mercado gracias al melómano y productor musical Andrés Tapia y su importante sello Repsychled Records.
Una muestra musical que patentiza en sonido lo relatado por el escritor. El productor Tapia se embarcó en una empresa harto difícil de lograr: seleccionar lo que a su parecer vendrían a ser los temas más representativos de las bandas peruanas que irrumpieron en la movida musical latinoamericana. Imagino que el trabajo de selección de Tapia debió ser parecido al que realiza un antólogo, en el que es posible equivocarse en la escogencia, pero sea como haya sido este proceso en el que no pocas veces se libran batallas interiores –lo sé bien porque tengo “algo” de experiencia en antologías-, queda claro que el oído de Tapia estuvo animado por el espíritu de la ambición al elegir dieciocho temas que no tienen pierde.
En el cd podemos entonces disfrutar de canciones como “Demolición” de Los Saicos (su estribillo “demoler, demoler, demoler”, como puede colegirse, titula tanto al libro y cd), “Meshkalina” de Traffic Sound, “No me dejes” de Los York´s, “La tempestad” de Tarkus, “Cariño grande” de Zulu, “Sétima patrulla” de Los Belking´s, “Something going” de Telegraph Avenue, “Mira bien hermano” de Gerardo Manuel & V.C.P. y muchas más.
Como vivimos una época privilegiada en cuanto a la rapidez de las comunicaciones, DEMOLER, “rock peruano 1965 – 1974” puede ser escuchado y apreciado por todos los amantes del buen rock, en testimonio sonoro de una época en la que el gusto de hacer las cosas estuvo animado por el arrojo idealista y el amor por la vida. No por nada los nueve años en los que Tapia suscribe su selección son catalogados como los “años maravillosos” del rock no solo peruano, sino también latinoamericano.
Para los interesados en esta joya musical de colección: www.repsychled.com

Sunday, November 22, 2009

PÁJAROS EN LA BOCA, de Samanta Schweblin

No estamos en tiempos propicios para el cuento. Es más, las editoriales no suelen apostar por ellos, pues se tiene el vacuo convencimiento de que no van a generar el interés de un potencial comprador. Pues bien, eso ocurre porque como nunca antes tenemos editores que no leen, que piensan que la literatura es un negocio –que lo es- al que hay que explotar por donde más se pueda ganar.

Sorprende entonces leer libros de cuentos; y sorprende mucho más cuando tienen como responsables a una escritora joven, como la argentina Samanta Schweblin (Buenos Aires, 1978), quien con esta su segunda publicación es considerada -con mucha justicia- como la mejor cuentista latinoamericana de su generación, la de los nacidos del setenta en adelante.
Hablar de “generación” suele motivar no pocas muecas. Hoy en día muchos ponen más de un reparo ante esta palabrita, y no es nada extraño que quienes lo hacen exhiben el más burdo efectismo traicionado por una evidente carencia de cultura artística y literaria. Mientras no se encuentre otro término que nos permita acceder a panoramas más o menos justos, tendremos que seguir bajo los márgenes conocidos –por seguros, pese a los naturales reparos- para dar cuenta de lo más resaltante –ciñéndonos ahora a lo literario- del imaginario narrativo latinoamericano.
PÁJAROS EN LA BOCA (Premio Casa de las Américas - 2008) es una rara pero interesantísima colección de relatos. Por lo general, solemos creer que los conjuntos deben estar signados por una coherencia temática; mas aquello no es lo que notamos en esta publicación; por el contrario, es la variedad de tópicos lo que la hace fuerte y atrayente. Pareciera que la poética de la autora se nutriera de la más pura cotidianidad, a la que está dispuesta diseccionar en pos de los detalles que la hagan distinta, reconfigurándola con matices fantásticos, oníricos y realistas.
Uno lee estos cuentos y se siente parte de ellos, somos cómplices del par de tipos que no saben qué hacer ante un hombre inútil que tiene a su esposa muerta en su restaurante (“Irman”); somos testigos de privilegio del niño que anhela ver en persona a Papá Noel en navidad (“Papá Noel duerme en casa); nos sumergimos en los oscuros códigos de una pareja de cazadores (“En la estepa”); hacemos nuestra la mirada involuntariamente entregada de una mujer en plena noche porteña (“El hombre sirena”); nos sumergimos en el horror psicológico de una joven de extraños hábitos de resistencia frente al mundo (“Pájaros en la boca”); entre otros.
Como la lectura crítica es el arte de la especulación, no deberíamos ser ajenos a las posibles influencias de la que esta autora sería deudora: literarias principalmente –recordemos que la tradición argentina fue en narrativa la de mayor alcance en el imaginario hispanoamericano durante el siglo XX-, pero también teatrales y cinematográficas, canalizadas en una suerte de cajón de sastre del que termina descollando su tema medular: la muerte, canalizada en metáforas que grafican el convulsionado mundo interno de los personajes, tan bien perfilados que convierten en verosímil lo que a primera instancia parece inverosímil.
PÁJAROS EN LA BOCA nos confirma a Schweblin como una letraherida de mucho talento y gran acervo literario, dueña de una mirada y voz propias, pero lo más importante –en mi impresionista opinión- es que la presente publicación nos deja el mensaje que lo mejor de ella aún falta escribirse. Habrá que seguirle la pista, entonces.
Editorial: Estruendomudo
Publicado en Siglo XXI

Saturday, November 14, 2009

Interrogatorio a Gabriel Ruiz Ortega



(Entrevista publicada en Poetas del Asfalto 58)

Gabriel Ruiz Ortega (Lima, 1977) es autor de la novela La cacería y antólogo de Disidentes, editor adjunto de Revuelta Editores y blogger de La fortaleza de la soledad. Un martes en la noche lo encontramos comprando películas en Polvos Azules y le propusimos conversar sobre el Dr. Gonzo. El presente interrogatorio se llevó a cabo en un bar, en donde también estuvieron César Vallejo y José Carlos Mariátegui.
Por: Richi Lakra y Luis “El Primo” Mujica
Richi Lakra: ¿Cómo conociste al Dr. Gonzo? Contesta.
Por años estuve afiliado a muchas bibliotecas, creo que fue en la biblioteca del ICPNA donde leí los primeros artículos de Thompson, en periódicos gringos. Te hablo más o menos de fines de los noventa. Ahora, los artículos eran deportivos. Me gustó mucho el desenfado de su escritura, que no era para nada efectista. Fue un descubrimiento bastante estimulante puesto que por esa época había toda una fiebre por leer los libros de Charles Bukowski, que llegaron en “toneladas” a Lima, editados en la serie Compactos de Anagrama. Poco tiempo después de enterarme de la existencia del gonzo, un amigo me prestó Fiebre y asco en Las Vegas y bueno, caí rendido. Me hice su fan. Es cierto que encontraba harta experiencia de vida en sus textos, además me permitía encontrar puentes de diálogo con la tradición de la que se nutría, como su deuda con Mark Twain y Francis Scott Fitzgerald.
R. L: ¿Por esa época parabas por Quilca?
Solo iba a Quilca a comprar revistas, libros y música. De cuando en cuando entraba a los bares y veía a los escritores y poetas que se reunían, pero no me les acercaba, no les hablaba.
Luis “El Primo” Mujica: Un momento Gabriel, ¿por qué no les hablabas?
No les hablaba porque me cayeran mal. Esa no es la razón. Yo tenía mi grupo, con el que nos peinábamos las calles del centro en busca de música, rock del setenta y sesenta. De ese grupito digamos que yo era el único que exhibía ciertas inquietudes literarias. Parábamos horas de horas caminando y era inevitable caer en las noches en algún bar del centro y bueno, en toda la bulla, uno no podía ser ajeno a las discusiones que tenían lugar en las otras mesas. Veía a gente de todos lados, de San Marcos, La Católica, casi siempre quejándose, y lo peor era cuando estos se paraban en las sillas a leer sus poemas, claro, como espectáculo se celebraba, pero poéticamente estaban en nada. Tengamos en cuenta que estamos hablando de los noventa, no todo fue malditismo de ventana. Quilca como espacio tiene una rica tradición literaria, allí he podido escuchar y ver a poetas de la talla de Róger Santiváñez y Domingo de Ramos, hasta Vallejo vivió un tiempo en ese jirón. Ahora, de lo que sí estoy seguro es de que aquí a diez años se escribirá una novela sobre esa década, salvando las distancias, tipo Las máscaras del héroe, o un híbrido como Desgarrados y excéntricos, ambos títulos de Juan Manuel de Prada.
R. L: No nos distraigamos. Volvamos a Hunter. ¿Qué libro suyo te gustó?
Aparte de Miedo y asco…, pues la El diario del ron. El gonzo la escribió muy joven, mientras estaba en Puerto Rico trabajando como periodista. No es lo mejor de su producción, pero se nota el germen de lo que vendría después en sus crónicas. Además es el único trabajo de ficción que se le conoce, un amigo suyo la rescató después de muchísimos años, ya que el manuscrito permanecía olvidado en el rancho de Hunter, en Colorado. Para cuando se publicó el gonzo ya era un referente, famoso; se creyó que la novela no iba a funcionar literariamente puesto que se editó ante todo por el nombre del autor. Sin embargo, el resultado fue arrollador en cuanto a crítica. El diario del ron se tumba, siendo una obra menor, y lo digo con mucho respeto, a casi todo lo escrito por Bukowski.
Luis “El Primo” Mujica: Gabriel, para mí que lo gonzo es pose. Cuando veníamos dijiste que se habla más de lo que se le lee.
Es una opinión personal, a lo mejor he sido injusto. Estoy seguro de que hay muchos que valoran a Thompson por lo que escribió. A lo mejor lo dije recordando a los que dicen seguir la estela del gonzo. Tú sabes, de esos cojuditos que a como dé lugar quieren buscarse referentes, guiados por lo más fácil de asimilar de él: sus excesos. Si en caso nunca lo hubiera leído, créeme que no me fijaría en sus despelotes, pero sí en su actitud de denuncia, en su afán de buscar la verdad y exponerla tal cual. Haciendo un paralelo, es lo que pasa con Luis Hernández, Jorge Eduardo Eielson, Juan Ojeda, todos hablan de ellos, pero son pocos los que los han leído.


L. M: ¿Qué nos puedes decir de la novela El diario del ron?

Creo que ya hablé de esa novela.
L. M: Sí, pero por la bulla no escuché.
Ok. En El diario del ron tenemos a Kemp, un joven periodista con inclinaciones literarias que, harto de la monotonía de Greenwich Village, se larga en búsqueda de respuestas para su vida. Sus ganas de vivir van a la par de su encapsulado resentimiento, una suerte de odio a sí mismo. Consigue un empleo como periodista un diario de Puerto Rico, el cual le permite conocer a una variopinta gama de personajes, ya sean comerciantes, traficantes, estafadores, prostitutas y demás, que le desfloran el alma, ya que hasta antes del viaje fuera de Estados Unidos su vida había estado signada por las experiencias normales de cuando comienzas a vivir la veintena. Es palmaria la indignación de Kemp en sus mataperreos por San Juan, comprueba que esta ciudad es el burdel del empresariado gringo, prácticamente encuentra lo mismo de lo que huía, no es extraño que se perciba un aura tanática en las páginas de la novela. Mucho se ha hablado de la influencia de Twain en ella, sin embargo yo me inclino por la de Hemingway, sobre todo en el manejo de los diálogos y en el proceso de elaboración de determinadas atmósferas, como esa en la que amanece en un hotelucho con una chica, a la que le ofrece una sopa de tomate en lata, es una escena como para tirarse por la ventana, refleja el hastío de vivir por vivir.
R. L: Ya que usted sabe, ¿quién es mejor: Thompson o Bukowski? Habla.
Es obvio, Abuelo Lakra. Mira, a mí me gusta mucho Bukowski, tiene cosas interesantes como La senda del perdedor, pero estaría siendo muy abusivo si lo comparo con Hunter Thompson, el gonzo es por donde lo leas superior, dentro del aparente desorden que podamos notar en él, es palmario un proyecto narrativo que sobrevivirá a su leyenda de polémico e hijo de las farras interminables.
L. M: ¿Qué es lo que más rescatas de él? Antes de la entrevista hablaste de la honestidad. Expláyate.
Hay una poética del “yo” muy clara en todo lo que ha escrito. El pata nunca se pinta de “bacancito”, se muestra tal cual, no camufla sus miserias. Ahora, más allá de su compromiso con la historia que cuenta, no es del todo cierto que solo se valía de la experiencia de vida, el hombre era un gran lector, un ratón de biblioteca que investigaba mucho, un escritor que pulía su prosa cada día, no por nada él declaró que durante muchos años no hizo otra cosa que no fuera transcribir cientos de páginas de Fitzgerald. Él quería retratar las mentiras del American Dream, valiéndose obviamente de lo que veía y vivía, pero principalmente de lo que leía de la historia estadounidense. Es por ello que todos sus imitadores han terminado en el justo olvido, contar tu vida es no trabajar cuando escribes no ficción.
R. L: El gonzo se drogaba, ¿crees que es necesario meterse pepas para escribir como él?
No estoy en contra de las drogas. Hay mucha hipocresía en cuanto a su uso. Sobre tu pregunta, pues es casi imposible sacar un adelante un proyecto literario con esos influjos. El problema radica cuando hacemos de las particularidades una especie de ley. Si el gonzo dependía de ciertos estímulos para escribir, eso no quiere decir que los demás lo deban hacer. El mundo del escritor es tan complejo que cada quien sabe bien cómo encontrar el acicate que le lleve a mantener una continuidad.
L. M: ¿En la literatura peruana hay escritores que quieran ser como el Gonzo? Nombres, por favor.
En general es difícil encontrar hoy en día algún narrador como él. Querer ser como Hunter te obliga adoptar posturas que casi nadie quiere. Es estar contra el poder, buscar la verdad sin importarte a quienes vayas a bajarte, es ser prácticamente un kamikaze. Hace un rato dije que muchos han querido emularlo, confunden los recuentos existenciales con el tema de su trabajo, bajo ese criterio la esencia del periodismo gonzo pierde mucho. En cuanto a libros de no ficción publicados en el medio, hay títulos interesantes, pero me quedo con un par en el que se nota un patente compromiso del escriba con su tema, dejando algo más que piel y sangre, en franca actitud vital guiada por una coherencia ética e intelectual: Sexografías de Gabriela Wiener y Demoler de Carlos Torres Rotondo.
L. M: Como eres un gonzo, tienes que ser como él. Consecuencia, como te escuché decir al proponerte la entrevista. Me dicen que renunciaste a Revuelta Editores. ¿Es cierto que has sodomizado a las transnacionales?
No soy un gonzo, estimado. Lo de la “sodomización a las transnacionales” me lo han dicho varias personas. Mira, yo nunca he esgrimido un discurso contra las editoriales transnacionales. Lo que sí he dicho, algunas veces, ya sea en presentaciones como en mi blog, es que ellas están eligiendo muy mal, hasta tengo sospechas razonables de que no se leen los manuscritos y pesan más otros factores. Cada cual es libre de hacer lo que quiera, pero no debemos quedarnos callados cuando se miente descaradamente a un potencial lector. No sé cómo es el panorama de publicaciones últimamente, mi percepción es hasta el 2008 y de lo publicado por todas ellas solo puedo destacar dos títulos: Punto de fuga de Jeremías Gamboa y El cielo sobre nosotros de Carlos Garayar.
R.L: No has leído nada este año.
Escucha bien, Richi. He dicho que mi percepción de lo publicado por las transnacionales es hasta el 2008. No he podido leer nada de ellas este año porque he estado leyendo otras cosas. Ahora que lo mencionas, en julio presenté el excelente libro de cuentos Este amor no es para cobardes de Martín Roldán Ruiz, publicado por Norma, pero su manuscrito había sido aprobado el año pasado… Lo que no puedo dejar de decir es que las transnacionales respetan y tratan bien al escritor como persona, eso es algo que casi todos los editores independientes deberían aprender en lugar de dejarlos abandonados, despreocupándose de la promoción y distribución, de quejarse del poder supuestamente malévolo de las transnacionales, como también el dejarse de eufemismos con eso de “editores” cuando lo que hacen es prestar un servicio editorial. No veo nada de malo en que se cobre al autor, pero si yo lo hago no me llamaría editor. Hay que tener una visión romántica de las cosas en tiempos cuando campea el doble discurso y la viveza. Centrándome recién en tu inquietud, solo un idiota puede negar la importancia de Revuelta, de la que soy el tercer brazo, el que lee, el que sugiere; su catálogo, pese a ser muy pequeño, es tremendamente fuerte, y armarlo no es cosa fácil, un buen catálogo es también una muestra de tu capacidad de lector, sobre todo cuando sales a pescar. No voy a socavar mi capacidad de lector por el amiguismo y sonseras parecidas. A lo mejor dicen eso de la “sodomización” porque con “pocos medios”, pero con mucho amor por la literatura, Revuelta ha sonado, a través de muy buenos libros, más que todas las transnacionales juntas. Este tema tiene para mucho más. Las transnacionales son empresas serias, aplaudo su logística, me consta de los grandes esfuerzos que hacen por forjar lectores, ya sea en colegios, academias y clubes de lectura; pero en estos últimos años las publicaciones más interesantes han venido, joda a quien le joda, y olvidándome un toque de los reparos, por cuenta de las editoriales independientes.
R. L: ¿Pero renunciaste o no? Responde, Hunter.
Ya no estoy en Revuelta. Son varias las razones, solo te digo dos de ellas: lo hice muy bien y ahora quiero definir proyectos más personales, como el recuperarme de una dolencia producto de una caída; y la otra es que veo muy difícil que se supere una publicación como Demoler de Buco. Es mejor irse por la puerta grande, ¿no crees? Así como soy un lector que escribe, por dos años fui un lector que puso su grano de arena en ediciones.
L. M: ¿Por qué crees que a Thompson lo mató la CIA?
Sus últimos años estuvieron abocados a escribir artículos y crónicas deportivas. Sin embargo, luego de los atentados del 11 de septiembre, Thompson volvió a escribir sobre política, era muy furibundo contra la administración Bush, a este lo dejaba frecuentemente como un payasito, como un ignorante fundamentalista, como un mentiroso que camuflaba sus verdaderos intereses. Pienso que Bush le recordaba a Nixon, o sea, Thompson estaba viviendo una segunda juventud, le hartaba cómo el país más poderoso era dirigido por alguien que encarnaba todo lo que él detestaba. Él fue uno de los primeros en vaticinar la invasión a Irak y que para ello Bush se iba a valer de cualquier pretexto. Sus artículos dolían mucho… La CIA, la mayor organización terrorista del planeta, siempre ha sido experta en asesinar personas por medio de accidentes o puestas en escena. No iban a matarlo con un francotirador, menos con un atentado. La CIA lo preparó psicológicamente porque Thompson tenía antecedentes suicidas. Las circunstancias en las que murió son muy raras.
R. L: Gracias por tu tiempo, Hunter.
Gracias a ustedes.

Sunday, October 25, 2009

LA HEGEMONÍA DE LO CONVERSACIONAL, de José Carlos Yrigoyen

No tengo la más mínima duda de que la poesía peruana es, junto a la mexicana, la de mayor importancia en el imaginario poético hispanoamericano. Tampoco me embarga saber que esta tradición atraviesa desde mediados de los años setenta una caída libre en cuanto a calidad, sin que ello signifique dejar de saludar y reconocer a los que han sabido forjar un “yo poético”.

En LA HEGEMONÍA DE LO CONVERSACIONAL, del poeta y escritor José Carlos Yrigoyen (Lima, 1976), se nos brinda un breve pero contundente ensayo del lazo que comparten muchos de los últimos poetas peruanos (1998 – 2008): la preeminencia, voluntaria e involuntaria, del estilo conversacional, o del “británico modo”.
Como nada nace de la nada, Yrigoyen nos detalla cómo este estilo ingresó “oficialmente” a Perú, contándonos la relación que a lo largo del tiempo los poetas han tenido con esta vertiente fruto de las fervientes lecturas de T. S. Eliot.
Basta leer los poemarios para corroborar la fuerza del estilo conversacional. Lo que el autor propone es una especulación que yace en una global lectura responsable, centrada en mediados del ochenta, de la que destacan las voces de Roger Santiváñez y Domingo de Ramos, como aquellas de la década siguiente: Victoria Guerrero, Miguel Ildefonso, Lorenzo Helguero, Roxana Crisólogo y Montserrat Álvarez. Todos ellos han brindado lo mejor, o más interesante, de su poética cada vez que se han acercado a esta “lírica forma de narrar”.
A partir de la muestra Piedra/Sangre, colección de quince poemarios, del que únicamente refulge DIARIO DE NAVEGACIÓN de Diego Lazarte, se nos brinda un panorama, no solo suscrito a este plausible proyecto editorial, de lo que es la novísima poesía peruana, describiendo sus virtudes y taras, guiándonos por los senderos que nos llevan al legado “conversacional” del gran Rodolfo Hinostroza. En este sentido, se reconocen los aportes de Manuel Fernández, Jerónimo Pimentel, Miguel Ángel Sanz Chung, Paul Guillén, Andrea Cabel y Romy Sordómez, que en ningún momento son catalogados de “conversacionales totales”, sino que al igual que sus pares de lustros precedentes, han sabido licuar el latente respiro del “británico modo”.
Como todo libro, este no está libre de reparos. No voy a ser vocero de los mediocres que reclaman una mención, valiéndose de risibles discursos que denotan la no-lectura del libro. Este escritor, periodista, blogger, editor de extraordinarias publicaciones, reseñista de libros que le gustan y lesionado jugador de basketball, solo reclama por la ausencia de José Miguel Herbozo, tanto en el ensayo como en la colección P/S.
Podemos estar o no de acuerdo con los puntos de vista de Yrigoyen; pero más allá de nuestros pareceres, es importante señalar que en LA HEGEMONÍA DE LO CONVERSACIONAL es notorio el destierro de la lambisconería, el asco al amiguismo y el alejamiento de los intereses paralelos que desde los ochenta muchísimo daño le vienen haciendo a la poesía peruana. Que este recomendable ensayo sea entonces un punto de partida hacia trabajos que intenten brindar radiografías justas.
Editorial: Lustra Editores – Centro Cultural de España de Lima
Publicado en Siglo XXI

Sunday, October 11, 2009

DIETARIO VOLUBLE, de Enrique Vila - Matas

Semanas en las que me vengo recuperando de una caída…, desde más de dos metros de altura. Un día a la semana juego basketball, deporte en el que siempre he destacado. Me encontraba dando pases, en calma, aprovechando la buena ventaja que mi equipo llevaba en el puntaje. En una de esas, me harté de hacerme el huevón y corrí hacia el aro en pos de una buena canasta, alucinándome en las alturas la versión peruana del legendario Michael Jordan. Bueno fuera haber anotado (triste consuelo), pero no: mi mano derecha quedó atrapada en las mallas del aro, la presión del peso de mi cuerpo amenazaba con que el tablero venga sobre mí, entonces para desprenderme necesitaba de toda la fuerza posible, subí ambas piernas y con jalón hacia abajo me libré de las mallas. Obvio, caí como un costal de azúcar. Todo esto en menos de dos segundos, si demoraba más tiempo el desenlace pudo haber sido fatal.

El médico me ordenó descansar. Y como descansar es lo que más me gusta de la vida, opté no refutarle nada. De paso, cómo no, me desentendía por algunos días de mis reuniones con editores que no leen, de escritores que no escriben y de literatos que odian la literatura.
En mi cabecera muchos libros e innumerables películas en DVD. Así fue como leí DIETARIO VOLUBLE (2008), del escritor español Enrique Vila-Matas (Barcelona, 1948).
Sensación rara. Me había prometido no leer en mucho tiempo a este estupendo narrador. La razón: a lo mejor ciertas ganas por leer cosas distintas que no sean solo constantes referencias literarias. Motivo caprichoso, lo sé. Sin embargo, este libro, que no es ficción, ni ensayo, me gustó demasiado, el cual te transmite un inconmensurable amor por el placer de leer, por aprender cada día más y en especial por algo que hoy en día contadas veces se ve: coherencia literaria, intelectual y personal.
Dietario. Diario literario, para no hacernos problemas abordando varias potenciales definiciones. Escrito entre el 2005 y 2008. Vila-Matas en estado puro, reflexionando y dictaminando sobre la relación entre su vida y la literatura, que en su caso es prácticamente lo mismo. Letraherido miembro de la secta de los “lectores que escriben”, como Roberto Bolaño, Rodrigo Fresán, Claudio Magris…
Leía y apuntaba. El autor de PARÍS NO SE ACABA NUNCA ofreciendo una “escrita charla” magistral en más de doscientas páginas. No me dieron ganas de cerrar el libro, al punto que a propósito me demoraba en avanzar y en no pocos casos levantaba la mirada, presa del arrobamiento. Impresión del lector sobre todas las cosas, pero qué impresiones, cachetadas inmisericordes a todos los miembros de la Escuela del resentimiento.
En DV no existe el lugar común, “libro-nudo” en el que se entrelazan el pulso del novelista, la mirada del lector-crítico y la franqueza del que asume la literatura como un destino. Patadas plausibles a la sarta de mentirosos del mercado editorial; llamadas de atención a no cejar en la disciplina interior que todo artista debe privilegiar en lugar de andar buscando muchachas despistadas por el éxito literario; el diálogo del autor con las nuevas fuentes de la información, como las líneas dedicadas al muy buen blog El lamento de Portnoy; la búsqueda de hermanos literarios a distancia, del que sobresale el artífice de mundos paralelos Enrique Prochazka.
Para sorpresa de los ignorantes, el dietario no es un género nuevo. Subvalorado, sí. No existe hoy en día parcela de escritura más plástica que el dietario. Todos podemos escribir uno, llenarlo de nuestra experiencia, lectura y pensamiento, pero eso no quiere decir que estemos pergeñando una muestra literaria. La forma, como bien señalaba Roland Barthes, lo es todo. Es la forma lo que lleva toda creación a un nivel estético. En este sentido, este diario de vivencias y lecturas de Vila-Matas refulge como uno de los principales referentes de este género al que debemos prestarle más atención.
Editorial: Anagrama
Publicado en Siglo XXI

Saturday, October 03, 2009

LA NOCHE HUMANA, de Carlos Calderón Fajardo

Esta reseña la debí mandar al diario el año pasado. Sin embargo un fuerte problema de salud hizo que perdiera todos los archivos que venía trabajando. Pero las cosas pasan por algo, puesto que el presente texto será una reseña disfrazada de perfil sobre uno de los narradores latinoamericanos más importantes de la actualidad: el peruano Carlos Calderón Fajardo (Juliaca, 1946).

Recuerdo bien cuando lo leí por primera vez. Corría el 2001 y seguía cursos de adoctrinamiento marxista en la histórica Casa Museo José Carlos Mariátegui, lugarcito ubicado en el centro de Lima. Cierto sábado en la mañana, harto de las mentiras delatadas por la inconsecuencia de los izquierdistas, abandoné el “gran salón” ante la mirada estupefacta de los alumnos y la palmaria desazón del dizque intelectual que impartía la clase de la fecha. Como este lugarcito tenía una pequeña librería, me puse a revisar en sus anaqueles, de todos los lomos uno llamó mi atención: EL QUE PESTAÑEA MUERE. Compré y devoré ese magnífico libro de cuentos.
Por mucho tiempo creí que CCF era un seudónimo, puesto que ningún dato sobre él encontraba en las revistas y periódicos de la Hemeroteca Nacional. Sin embargo, en el segundo semestre del 2003 empecé a salir con una estudiante de Literatura de la Universidad Católica, como es obvio, entre las muchas consultas librescas que le hacía, le pregunté sobre la existencia de este escritor. Ella, a los días, me regala en versión fotocopiada de LA CONCIENCIA DEL LÍMITE ÚLTIMO. Una deliciosa novelita, heredera, en parte, del policial enigma inglés. A la semana de leerla, mientras chequeaba los estantes de la librería El Virrey, encontré otra novela del autor, pero esta había sido publicada justo el año que leí EQPM. Con la lectura de LA CONQUISTA DE LA PLENITUD no tuve la más mínima duda de que estaba ante un escritor de culto.
2006 podría ser el año bisagra, sus libros empiezan a editarse con frecuencia, los medios y la crítica le brindan espacios de promoción, y lo más importante para un autor, su nombre comienza a ser mentado por una nueva generación de lectores. Novelas como LA SEGUNDA VISITA DE WILLIAM BURROUGHS y EL HUEVO DE LA IGUANA nos confirmaron la fuerza de una voz narrativa en plena ebullición. En otras palabras: la coherencia interna del proyecto artístico, harto difícil de leer hoy en día debido a las mentiras publicitarias de las grandes editoriales que en muchos casos confunden a los lectores con novelastros dispuestos a alquilarse a la onda literaria del momento.
Solo he nombrado algunas publicaciones suyas. Ahora, LA NOCHE HUMANA es una de sus novelas que más me gustan, puesto que en ella, a mi parecer, se encuentran las vetas esenciales de su envidiable producción.
LNH está compuesta por las siguientes novelas breves: LA OREJA DEL EXTASIS, LOS MOVIMIENTOS DEL SILENCIO y VIDA INTERRUMPIDA. Las tres tratan sobre escritores y artistas, peruanos que vivieron los años dorados del exceso y el fulgor creativo en París, con saltos desde 1928 hasta fines de los setentas. Tenemos a Miluska Ginsburg, una peruana judía conocida como Milú, cuya presencia (y ausencia) alimenta los espíritus corrosivos de aquellos que encuentran en ella una suerte de vesánica dependencia, sin la cual es imposible comprender el “proyecto narrativo”, que navega como un subtexto, alentado en estas tres novelitas, por el que también podemos tener una metáfora de los bloqueos y acicates, reflejados en los que están dispuestos a perseverar en lo que se cree, sabiendo que bien librado no se saldrá. Es por ello que la configuración de los perfiles de personajes como Helva Huara, Anais Nin, César Vallejo, Gonzalo More, Julio Ramón Ribeyro y demás, son reales gracias a la mentira de la buena ficción, de aquella capaz de sumergirse en sensibilidades harto conocidas en pos de una nueva dimensión humana, la del descontrol de los demonios artísticos que hurgan en los senderos más oscuros del alma. No es gratuito que Calderón Fajardo las haya agrupado bajo la imagen de “la noche humana”.
En lo que va del año, Calderón Fajardo no deja de sorprendernos. La publicación de su ANTOLOGÍA ÍNTIMA y de su novela EL VIAJE QUE NUNCA TERMINA nos lleva a catalogarlo como un letraherido mayor, persistente y generoso, de quien muchos debemos aprender.
Editorial: COPÉ
Publicado en Siglo XXI

Monday, September 21, 2009

GOMORRA, de Roberto Saviano

Con cientos de miles de ejemplares vendidos, innumerables traducciones desde el 2006 y una más que aceptable adaptación cinematográfica, GOMORRA está llamado a ser uno de los títulos mayores de nuestro tiempo, comercialmente hablando. Su autor, el periodista italiano Roberto Saviano (Nápoles, 1979), a causa de la publicación, ha sido condenado a muerte por la Camorra, nombre del conglomerado de la mafia napolitana.

Esta publicación es también una señal que nos confirma el buen momento que atraviesa la literatura de no ficción. Si la memoria no me es tramposa, este escritor y eventual reseñista no recuerda que un libro alejado de las parcelas de la ficción haya tomado tanto vuelo a pocos años de su salida al mercado.

Empero, lo que vengo percibiendo es el aura de cierta mano laxa, poco criterio, floja argumentación al momento de resaltar las virtudes del texto. Antes de lanzarme a escribir esta columna, invertí cinco minutos de mi tiempo en buscar artículos y reseñas relacionados con este digno trabajo del periodismo de investigación, y no demoré en toparme con “fellatios” y “sobadas” que delataban la carencia de la lectura previa (e íntegra) al que debe ser sometido todo texto si es que se pretende escribir de él.

En GOMORRA se goza de un controlado respiro gonzo, el autor no es presa de la algarabía de otros colegas seducidos por el ego-protagónico, en este sentido es clara la evidente investigación sustentada en entrevistas, testimonios y harto trabajo de búsqueda en archivos de bibliotecas. Cuando la narración parece estancarse en la misma sucesión de las tropelías cometidas en el puerto de Nápoles (en el que dicho sea, se sustenta muy buena parte de la economía occidental) y alrededores, nos topamos con recursos técnicos que nos refrescan para luego volver con interés a sus páginas, como el extenso capítulo dedicado a Mijaíl Kaláshnikov, creador de la homónima arma letal, la cual es el adminículo de preferencia, debido a lo fácil de usarla, de los matones de la Camorra.

Sin embargo, el libro adolece de cumbres a recordar. Superadas las tediosas treinta primeras páginas, prácticamente no dejamos de volar, nos convertimos en ríos de sangre a borbotones, nos convertimos en cómplices de la doble moral presente en todos aquellos que se benefician de la organización criminal. Pero en ningún momento nos sentimos contra la pared, no quedamos abstraídos. Esto se debe, seguramente, a la poca pericia narrativa del autor para administrar la información, la que en muchos casos nos son presentadas de sopetón, pasando por alto las pausas (válido tanto en ficción y no ficción) de lo que sería la articulación para la puesta en escena.

A nadie le gustaría estar en el pellejo de Saviano. Por ello, no deben dejar de sumarse las voces y firmas de apoyo hacia quien fue consecuente con su vocación de periodista, plasmando en texto, letra viva que lo sobrevivirá, lo que muchos sabían pero que por cobardía e interés callaron por décadas.

Editorial: Debate

Publicado en Siglo XXI

Monday, September 14, 2009

Regularona adaptación de CRÍMENES IMPERCEPTIBLES

Hace buen tiempo reseñé la novela CRÍMENES IMPERCEPTIBLES (Premio Planeta Argentina 2003), del narrador Guillermo Martínez, a quien también entrevisté. Ambas entregas fueron publicadas en este medio.
Resulta entonces inevitable que no opine sobre su adaptación cinematográfica, que bajo el título de LOS CRÍMENES DE OXFORD estuvo a cargo del director español Alex de la Iglesia.
Sabemos bien las diferencias de las parcelas literarias con las cinematográficas, cada una es independiente en su realización, desarrollo y alcances formales. En lo que ahora nos compete, pues CI nos reveló a un escritor no solo talentoso, sino también sumamente inteligente. No es locura alguna catalogarlo como uno de los más atendibles narradores latinoamericanos de hoy, es de los pocos que se salvan de las mentiras a las que nos vienen acostumbrando las grandes casas editoriales, vendiéndonos novelastros por doquier, basuras a las que hay que sindicar ante tanta metida de dedo.
Las adaptaciones cinematográficas no tienen que ser fieles a las líneas argumentales de sus fuentes (novelas, dramas, cuentos, biografías), en absoluto; mas sí respetar el espíritu que ellas motivan. En este sentido, De la Iglesia sí ha respetado el espíritu de CI, pero se ha olvidado de la esencia que no solo trasunta el policial negro, sino también el policial enigma: la relación entre sus personajes.
Arthur Seldon (John Hurt) y Martin (Elijah Wood) deben poner fin a una serie de crímenes que acaecen en Oxford. Seldon es uno de los lógicos más respetados del siglo XX, Martin es un talentoso joven matemático que cierta tarde encuentra muerta a su casera; esta era también muy amiga de Seldon, a quien se le comunicó del asesinato a través de una nota que se le hizo llegar después brindar una conferencia. A partir de entonces se desarrollan una serie de crímenes avisados, desafíos intelectuales a Seldon, que tienen el objetivo de dejar sin sustento las teorías lógicas que son la base de su reconocimiento mundial.
La película hace alarde de un buen pulso narrativo, pero la señalada relación de sus personajes es un punto insalvable, hace de esta una más del montón de policiales que se refocilan en la fórmula “Crimen – Culpable”, ni siquiera los personajes secundarios de Beth (Julie Cox) y Lorna (Leonor Watling) sirven para otorgarle esa cuota de densidad en la configuración de las sensibilidades. De la Iglesia peca de complaciente, desaprovecha las pulsiones oscuras que mueven a Seldon, los dramas de Martin nos ligan a Britney Spears al borde del colapso (no es broma).
El policial, ya sea en cine y literatura, se enriquece de la fuerza en el perfil de sus protagonistas, sin importar la historia, ni su desarrollo. El director lo sabe bien, pero a lo mejor se dejó llevar por el hecho de que la película iba a ser exhibida para un público fuera del circuito hispanohablante (LCO está filmada en inglés), lo que evidentemente produjo un tratamiento dócil, hasta pueril, con tal de agradar a todos.
LCO no es una mala película, esta cumple su cometido comercial de entretener, pero de un artista de la talla de Alex de la Iglesia, uno espera muchísimo más, no por nada este escritor, a pesar de este señalamiento, le sigue admirando.
Publicado en Siglo XXI

Tuesday, September 01, 2009

JOY DIVISION, el documental

Joy Division, la legendaria banda inglesa de Manchester, se ha visto favorecida en el imaginario de las nuevas generaciones gracias a las muy buenas películas que esta indirectamente ha inspirado, como 24 HOUR PARTY PEOPLE, de Michael Winterbottom, y CONTROL, de Anton Corbijn. Fácil estas dos podrían entre las mejores treinta películas de la década. En lo personal, me inclino por la primera, por sus insuperables cimas de recursos narrativos que intercalan la ficción con el documental.
Este grupo desaparecido lo tiene todo para perdurar, talento por un lado y el efecto tanático por el otro, en el que se yergue la aún joven figura del cantante Ian Curtis, muerto por propia voluntad a la edad de veinticuatro años el 18 de mayo de 1980. Cierto es que la banda se recuperó de tamaño golpe, manteniendo vivo el proyecto musical primigenio con las entendibles variables que descollaron en lo que conocemos hoy en día como New Order. Sin embargo, la figura de Curtis nunca ha dejado de ser una referencia obligada, una especie de presencia en ausencia que en no pocos casos les ha traído más de un sinsabor.
Este cuarteto que descolló en la segunda mitad de los setenta merecía su documental. Confieso que minutos antes de verlo, pensé que me toparía con el refrito de la explotación de la imagen del suicida frontman. Pero no. Felizmente me equivoqué, gocé como nunca de mi prejuicio. El documental JOY DIVISION (2007) es una joya, un diamante de paranoica música oscurantista que cimentó las bases de lo que sería el rock pop ochentero.
El director Gran Gee equipara en justa medida el protagonismo de sus entrevistados, no deja de abordar, como es obvio, la figura de Curtis, pero lo más importante: resalta a la banda en su conjunto. En este sentido Peter Hook, Bernard Summer y Stephen Morris no son menos, cada quien sirve de pieza clave en lo que fue Joy Division, afianzando el concepto de que el grupo no era exclusivamente una figura, sino un amalgamiento de sensibilidades ansiosas por huir de la modorra de Manchester.
Joy Division solo grabó dos álbumes, UNKNOWN PLEASURES y CLOSER, pero paradójicamente se le asocia más por sus solitarias canciones escuchadas hasta hoy en todas las discotecas del mundo, como “Transmission”. Gee ahonda en los impulsos que llevaron a la grabación de ese par de álbumes, en cuyos procesos de edición tuvo mucho que ver Martin Hannet, genuina leyenda de la producción musical. Este par de trabajos vienen a ser la radiografía de lo que significaba vivir en una ciudad en donde no había árboles, en la que en cada esquina te topabas con una fábrica abandonada, en cuyas calles veías a miles de jóvenes que no sabían qué hacer con sus vidas. Joy Division recogió ese espíritu de desazón, perdición, cuando valía más ser un nihilista drogo que un esforzado ciudadano razonable.
Un documental de visión imprescindible para todo aquel que se precie de buen gusto musical, una buena forma de acercarnos a la influencia de una de las mayores bandas de nuestro tiempo.
Publicado en Siglo XXI

Wednesday, August 12, 2009

LA VIDA INTERIOR DE MARTIN FROST, de Paul Auster

Paul Auster, el más europeo de los narradores norteamericanos contemporáneos, no necesita de más presentación. Este columnista ha leído todos sus libros, siendo su preferido EL PALACIO DE LA LUNA, novela que no duda recomendar con entusiasmo, ubicada, sin exageración alguna, en el rubro de aquellos escritos con el poder de cambiar determinadas vidas.

La narrativa de Auster está salpicada de recursos constantes, como el azar, por ejemplo. Basta una ligera asociación de todos estos adminículos creativos para llegar a la conclusión que Auster no ha hecho otra cosa que escribir el mismo libro a lo largo de su carrera, como muestra de ello tenemos VIAJES POR EL SCRIPTORIUM, suerte de manual en clave para austerianos, que revela el backstage de los motivos y acicates de un proyecto narrativo llamado a quedar.

La incursión del escritor en el mundo del celuloide no obedece a caprichos de divo alucinado con destacar en cualquier parcela que se le ocurra, recordemos el estupendo guión de SMOKE, mas no así el de BLUE IN THE FACE, ambas dirigidas por Wayne Wang. Basta estas señas en su faceta de guionista como para que la expectativa haya ido creciendo ni bien se supo que escribiría y dirigiría su película a rodarse en Portugal, LA VIDA INTERIOR DE MARTIN FROST.

He tenido la oportunidad de verla hace unas semanas y me he vuelto a acercar a ella en cuatro ocasiones más para esta reseña. Como es de esperarse, tenemos como protagonista a Martin Frost (David Thewlis), escritor de relativo éxito que se va a pasar una temporada, en absoluta soledad, en la casa de campo de un amigo también escritor (P. Auster).

Martin Frost se instala, se ordena y programa su tiempo para dedicarse a tomar notas para su próxima novela. A la mañana siguiente, al despertar, encuentra a Claire Martin (Irene Jacobs) a su lado, quien dice ser sobrina de la esposa de su amigo escritor; a ella también le habían recomendado pasar unos días en la casa mientras escribía su tesis. Los desconocidos deciden ocupar distintas estancias para no perturbarse en sus respectivas labores. Pero claro, eso es pura teoría, porque queda cantado el inminente romance entre Martin y Claire.

Hasta aquí, el argumento tiene todas las señas del mundo de Auster, cuya película tranquilamente puede ser catalogada como una metáfora de la inspiración del artista, puesto que Claire, a medida que Martin avanza endiabladamente su nuevo escrito, comienza a ser presa de un extraño malestar que la obliga postrarse por días en cama. Ambos toman la determinación de irse de la casa de campo, pero un neumático reventado en la carretera (más una llamada del “más allá”) es el pretexto que convence a Claire desaparecer de la vida de Martin, quien inmerso en la perplejidad, regresa a la casa de campo… Martin conoce a Jim Fortunato (Michael Imperioli), un plomero que lee mucho y escribe pésimo, este le habla de Anna James (Sophie Auster), sobrina suya, y la propone para que le ayude en las labores de la casa…

Si algo nos va dejando el curso de la película, es la fidelidad a prueba de balas del escritor y ahora director con su mundo creativo. Los cuatro personajes encierran las pulsiones que transcurren en toda su literatura. Sin embargo, lo que también nos muestra es lo poco dotado que está el norteamericano para narrar visualmente, en muchos momentos la película se torna tediosa, decae en una suerte de filosofismo posero cargado de lugares comunes, digno del pésimo discurso de autoayuda barata.

Por lo demás, destaquemos la actuación de Thewlis en el rol protagónico (no es la primera vez que encarna a un escritor, anteriormente hizo de Paul Verlaine en TOTAL ECLIPSE, de Agnieszka Holland), mas no así a la ex sex symbol noventera (pero buena actriz) Jacobs. Y claro, lo que se hereda no se hurta en arte, Sophie Auster se roba por segundos toda la atención en una inolvidable acapella, confirmando que el canto (y el modelaje) es lo suyo, no la actuación.
Publicado en Siglo XXI

Thursday, July 23, 2009

Oswaldo Reynoso, escritor

La reciente publicación en Argentina de la novela EN OCTUBRE NO HAY MILAGROS, por cuenta de la editorial El Andariego, es más que un buen motivo para dedicar algunas líneas al escritor peruano más influyente de las últimas décadas, Oswaldo Reynoso (Arequipa, 1931).

Precisamente esta novela, editada en Lima, en 1965, es el primer libro que leí del autor. Corrían los fines de los noventa, tenía diecisiete años y mi voracidad por leerlo todo estaba en su punto de máxima ebullición… He leído muchísimo, pero la sensación canábica que me deparó esta novela, todavía se mantiene en mi memoria, en testimonio de franca resistencia.

No es para menos, dichas páginas eran la representación descarnada de una ciudad que no había cambiado en nada; la podredumbre y la inmoralidad, ausentes personajes que no lo degradan todo a su paso, confundiendo a los protagonistas en caída libre en los pozos más hondos de la peor de las corrupciones: la del alma.

Me encontré, entonces, con un escritor poderoso. Y no dudé en devorar cuanto libro suyo haya publicado. LOS INOCENTES, EL ESCARABAJO Y EL HOMBRE y su obra mayor LOS EUNUCOS INMORTALES. Tiempo después, a inicios de este nuevo siglo, sus joyas breves: EN BUSCA DE ALADINO y EL GOCE DE LA PIEL. Y tres años atrás, en el Hostal El Corregidor de la ciudad de Cusco, en una mañana de cielo tapiado de naranja, LAS TRES ESTACIONES.

No existe joven narrador peruano que no haya bebido de la influencia directa o indirecta de Reynoso. La mayoría de sus libros fueron publicados en los sesenta, y más allá de las traiciones del tiempo su narrativa mantiene frescura, vida y respiro caliente, sacándole la lengua a las modas literarias, apoyándose esta vigencia en el trabajo de orfebrería del escritor con el lenguaje, lo que le ha catalogado, quién lo dudará, como el mayor estilista peruano de la segunda mitad del siglo XX.

Lector compulsivo, narrador pausado, patente deudor de Martín Adán y Marcel Proust. Intelectual consecuente. Maestro de generaciones. En síntesis, lo que podría resumir su importancia para las letras peruanas: el escritor más leído después de don Mario Vargas Llosa.

No pocas veces Reynoso ha declarado que solo escribe para el Perú. No le interesa el mentiroso reconocimiento, por el que muchos bregan durante toda una vida, sacando provecho de las relaciones, el amiguismo, la mala leche, sin tener, qué novedad, una obra literaria digna de la más mínima atención.

El mayor reconocimiento Reynoso ya lo tiene en vida, he sido testigo de ello, como cuando gente que no conoce ni en pelea de perros se le acerca para darle las gracias por todo lo que sus libros significan, por su tenacidad para con la literatura y la cultura del país.

Polémico a ultranza. Puedo estar de acuerdo o no con sus ideas. Sin embargo, lo que nadie podrá negar, como indiqué líneas arriba, es su consecuencia, entre lo que dice y lo que hace, detalle tan difícil de cumplir para algunos alharaquientos de izquierda (por cierto: no soy de derecha, tampoco de izquierda (obviamente), abrigo el anarquismo, aunque este es también una rama de la izquierda).

Cada vez estoy más seguro de que, tarde o temprano, Reynoso se convertirá en personaje de ficción. Tal y como sucede en la novela LA VISITA AL MAESTRO, de Philip Roth. En ella el norteamericano rinde tributo a su ídolo Bernard Malamud, transfigurado en E. I. Lonoff, escritor entrado en años que asienta la vocación del novel plumífero Nathan Zuckerman, personaje con el que Roth ha sostenido con creces nueve novelas.

¿Cuántas vocaciones se han visto afianzadas con la pasión y obra de Reynoso? Obviamente se trata de una pregunta retórica, pero no hay que dejar de formularla.

En el algún mes del año 2000 lo visité en su casa, la primera y única vez. No fui con un manuscrito anillado dentro de la mochila, sino con todos sus libros para que me los firmara. Era una mañana lluviosa de sábado…

Cuando llegué un joven, e inédito, narrador salía de su puerta, acaba de terminar su sesión de escritura con el maestro… Me presenté… Caminamos a través de un sendero flanqueado por plantas. Llegamos a su casa-habitación-estudio. Sobre el escritorio una máquina de escribir Olivetti, de color verde, de acero, que refulgía sin desentonar con los innumerables motivos chinos de la estancia. Comenzamos a hablar de sus libros. Lógicamente, tenía un desbordado interés en saber su opinión sobre LOS EUNUCOS INMORTALES, en lo concerniente al evidente respiro socialista de la novela, a lo que él me dijo, con sonora contundencia que “el hombre sin ideología es una bestia”.

En aquel instante no tuve idea del alcance de la frase, la cual pude aprehender muchos años después. Reynoso es un confeso marxista, y si bien es cierto que esta ideología atraviesa toda su obra, no debemos dejar de señalar que esta no es lo primordial en su literatura, imponiéndose en ella la hechicera elasticidad de la palabra, la plasticidad del verbo.

No me fui de su casa con la sensación de haber afianzado mi vocación de escritor, como lo he venido escuchando y leyendo, de muchos que lo han visitado. Mas sí con la certeza de que sea cual sea el camino ideológico que elija, debería honrarlo con mi consecuencia. Y claro, con irrefrenables ganas de llegar cuanto antes a casa y comerme el mundo escribiendo.

No he tenido la oportunidad de escuchar personalmente (pero sí he leído sobre ello, como el gran artículo sobre su persona en Radar de Libros de Argentina) qué es lo siente al ser publicado fuera de nuestras fronteras. Sin embargo, algo me dice que el asunto no le sorprende, que lo toma como algo normal, como producto del peso de su obra tan alabada y atacada por igual, la cual se ha impuesto a los sentimientos menores y caprichos de los Hooligans de la literatura peruana.
Publicado en Siglo XXI

Thursday, July 09, 2009

El documental del Gonzo

Una de las mayores pérdidas que ha tenido la literatura de no ficción en estos años del nuevo siglo, es, no hay duda que valga, la del suicidio del escritor norteamericano Hunter S. Thompson (1937 – 2005), creador del Periodismo Gonzo.

El gonzo, tal y como le gustaba que le llamen, había tenido una vida harta conocida por encausar sus proyectos al límite, los que se veían reflejados en el vesánico estilo de su escritura que dio cuenta de los años más revoltosos en Estados Unidos, signados por el aura del nihilismo, la protesta, la libertad sexual y, cuándo no, el abuso de las drogas por parte de la juventud gringa.

Su suicidio no sorprendió a nadie, muchas de sus amistades y admiradores sabían que se trataba de una noticia pautada por el ritmo del retraso en la decisión final, porque más de uno llevaba años preguntándose el por qué no jalaba del gatillo y muera de la misma forma en que vivió: jugando permanentemente con su vida.

A tres años de su muerte, el recordado autor de imprescindibles títulos como MIEDO Y ASCO EN LAS VEGAS, LA GRAN CAZA DEL TIBURÓN o LOS ÁNGELES DEL INFIERNO, ya tiene su documental, el cual tiene todos los componentes para ser definitivo, el carpetazo final que pondrá a descansar todas las habladurías sin fundamento que en torno a su vida, muchas veces sin haber leído más de tres de sus endemoniadas páginas, se han venido dando.

Estrenada para el imaginario hispanoparlante en octubre del año pasado en el Festival de Cine Documental de Barcelona, GONZO: THE LIFE AND WORK OF DR. HUNTER S. THOMPSON es un documental que está a la altura de la grandeza de su personaje. No es para menos, diera la impresión de que todos los convocados pusieron lo mejor de sí para ofrecer un testimonio honesto de quien en vida fuera el gonzo.

El director Alex Gibney, sabedor de las trampas que significa caer en el anecdotario con tal de ser efectista, hace lo más inteligente: centra su trabajo en los años de plenitud vital, literaria y periodística del gonzo. Estamos pues ante casi tres horas que se pasan volando, las cuales giran en la influencia del escritor suicida en lo que conocemos hoy como Nuevo Periodismo.

Gibney no pudo haber escogido mejor, es precisamente esa etapa sesentera la que tatuó a una generación ávida por librarse de las ataduras de la tradición, de la moral y del doble discurso. En medio de estos inconformes, la figura de Thompson fue descollante, tal y como lo certifican los que estuvieron en su entorno, siendo el testimonio de Tom Wolfe el más iluminador, puesto que si no fuera por LOS ÁNGELES DEL INFIERNO y las grabaciones en audio que Thompson le alcanzó, Wolfe no hubiera escrito el libro mayor de la literatura de no ficción del siglo XX, PONCHE DE ÁCIDO LISÉRGICO.

El ritmo de la narración que emplea Gibney nos recuerda mucho al método literario empleado por su protagonista “ausente”, la narración de Johnny Depp se acopla bien con las imágenes de archivo del gonzo, imposible notar desbalance alguno en estos senderos narrativos. Y ni qué decir del buen oído del director puesto que la banda sonora es en sí misma otra protagonista, las canciones son idóneas en todos los pasajes, reflejan el espíritu de época acorde con las declaraciones de, por ejemplo (entre varios), Jann Venner, destacando por sobre todas el “Spirit in the Sky” de Norman Greenbaum.

A pesar de algunas incoherencias de contenido, como el amorío de Thompson con la cantante de Jefferson Airplane, Grace Slick, pero consignando en imágenes el “It´s no Secret” con Toly Anderson, el presente documental no solo tiene el poder de contagiar interés a quienes recién conocen a Thompson (imperdonable a estas alturas), sino también la de afianzar conciencias y cimentar vocaciones, logros encomiables que lo convierten desde ya en un referente llamado a quedar.
Publicado en Siglo XXI

Wednesday, June 24, 2009

MC5, el revolucionario rock de Detroit

Pese a su corta existencia grupal (1964 – 1972), MC5 ha salido muy bien librado de las parcelas del olvido. Escuchar sus tres únicos discos (KICK OUT THE JAMS (1969), BACK IN THE USA (1970) y HIGH TIME (1971)) hoy en día, no es poco más que una experiencia mística que aviva el instinto, el relámpago sobre el agua de las sensaciones imperecederas.
Corrían los años sesenta del siglo pasado, una reducida pero bullente facción de la juventud norteamericana vivía días, semanas y meses de pura revuelta, motivada por el uso de las pastillas anticonceptivas, el LSD, la marihuana, la cocaína, el descontento, el ambiente caldeado que significaba la estúpida guerra de Vietnam, la presencia de la oligofrenia en el poder representada en Richard Nixon, la creciente imposición de las llamadas minorías sexuales... Inconformismo en llama pura en las ciudades del Pacifico gringo. Si había algún disidente de la mediocridad, pues debía dirigirse a ciudades como California o San Francisco, en donde refulgía la cúspide del espíritu revolucionario.
La aparición de un grupo influyente como MC5, cuyos miembros provenían de la ciudad de Detroit, en Michigan, fue la prueba concluyente de que la “algarabía espiritual” no era propiedad exclusiva de este par de ciudades cobijadas por el abrasador sol. Era la muestra de que el descontento generacional suspiraba en cada rincón del imperio gringo, siendo este quinteto el que mejor supo llevar hasta los límites el plus del discurso coherente en su propuesta de rock de garage.
Wayne Kramer, Fred “Sonic” Smith (guitarras), Rob Tyner (voz), Denis Thompson (batería) y Michael Davis (bajo), se hicieron llamar, en honor a su ciudad natal, Motor City Five. Como al igual que hoy, Detroit es la ciudad con más fábricas de automóviles en el mundo, y en esa época de apogeo de los metales sobre ruedas, pues con mayor razón. Los padres y familiares del quinteto trabajaban en las fábricas de La Ciudad Motor, eran los hijos de la pujante clase media.
El último bastión del rock de garage que a lo largo han querido silenciar, y pese a la propaganda en contra llevada a cabo por el sistema, esta ha sobrevivido gracias a lo que poquísimos consiguen: la influencia. ¿Es acaso posible explicar el rock de hoy sin asociarlo con el legado de este grupazo? Imposible. Los MC5 son hoy en día una silente presencia con pie firme en los chirridos de los acordes, en la vesania de los dedos en el bajo, en el karma de las cuerdas vocales.
Banda incómoda, debido a sus líderes el portavoz “Hermano” J.C. Crawford y el guía espiritual John Sinclair. Par de almas inconformes, alucinadas y drogadas, si no fuera por este dúo, MC5 no perviviría en el tiempo, no bastaría con la adictiva música del desenfreno, porque esta, desde el primer “riff”, estuvo signada por la marca del compromiso político. Ellos hacían el rock para la revolución, sin disidencia su estridente propuesta sonora no tenía razón de ser.
Investigados por el FBI, la DEA y la CIA, el tráfico de drogas y el apoyo a grupos extremistas estuvo vinculado desde su fundación, y lo que es peor para sus seguidores con derecho a defenderlos, ellos mismos se encargaron de volver razonables esas sospechas. Los años no han pasado en vano, y por más cierta que haya sido ese pasado, no deja de ser necesario recalcar, cada vez que se pueda, que sin ese discurso, hoy en día muy en desuso, la banda no habría alcanzado los logros musicales, y en especial el haber formado una mística de conjunto, que sin estar de acuerdo con ella, nos permite corroborar que lo perdurable no debe estar reñido con la coherencia, la que a fin de cuentas no dejará de cuidarnos de la vacuidad de la frivolidad que hoy en día vemos, leemos y escuchamos en los pequeños pero no obstante poderosos círculos del arte.
Hay muchas leyendas sobre la corta vida de MC5. Como se indicó líneas arriba, el sistema capitalista les puso trabas a la difusión de su rock, pero el verdadero final de esta superbanda nació en su propio seno, en lo que podría llamarse un autogol conciente ya que no por nada Wayne Kramer, el cerebro de esta, pasó cinco años en la cárcel, y no por disidencia o consumo de estupefacientes, sino por comercializarlos.
Publicado en Siglo XXI

Wednesday, June 17, 2009

Cartas del Norte, de Luis García

Hay una clara manipulación por parte de los letrados hooligans de la academia, que intentan, apelando a artimañazas discursivas, denostar cada vez que pueden los textos de divulgación, privilegiando, cómo no, vaya novedad, el oscurantismo analítico de textos literarios, destinados a ser leídos y analizados por no más de cuatro gatos conocedores de los tramposos códigos teóricos. El problema yace en la estúpida creencia que dictamina como superior a un texto de especialidad sobre uno de divulgación, cuando lo cierto es que muchas veces un libro abierto a posibilidades de debate es mucho más productivo e enriquecedor que los mamotretos de los hooligans, que los publican como sea con tal de cuidar una plaza docente, justificar una beca, o, como suele ocurrir en todo el mundo, aumentarse el sueldo.

En la línea de los textos de divulgación, centramos CARTAS DEL NORTE (2006), del escritor español Luis García (Oviedo, 1962). Como se anuncia en el título, tomado de la columna literaria que García tenía en el suplemento La Mirada, de El Correo de Andalucía, y fijándonos en la connotación paralela que le podemos dar a “Cartas”, no nos es difícil colegir que estamos ante una muestra de comunión, de escritura íntima para el “otro”, como un amigo que, a lo mejor en un bar, relata su sensación imperecedera que le acaba de dejar un libro devorado en la madrugada. Por ello, en estas CDN percibimos el mejor compromiso que puede tenerse con la literatura: pues con los libros que nos gustan, teniendo como principio la dificilísima destreza de saber resaltar y sumar, dialogando con otras tradiciones, buscando puentes de especulación (porque escribir de libros es especular, con fundamento, claro está).

Para García, el fondo es tan importante como la forma, es menester decirlo puesto que un protagonista de esta publicación es el estilo, envolvente, idóneo para que nos dé cuenta de autores como Álvaro Mutis, Julio Stella, José María Conget, Julio Torri, Reynaldo Arenas y más… Además, este no es nada sin la mirada, componente esencial en todo aquel que se precie de escritor; entonces la de García, que por entusiasta no deja de ser crítica, no se refocila en el macheteo gratuito, sino que se eslabona en un por qué, como muy bien lo explica en el capítulo, entre otros, sobre las relaciones entre las grandes editoriales y las denominadas “pequeñas”.

Sumemos un componente adicional, el espíritu, no solo de estas páginas, aventurándome seguramente, del autor: la sencillez de su erudición. Este ha leído, y muchísimo, el hombre sabe, y tiene el ego dinamitado, o controlado, como para no entrar en los senderos luminosos del fascismo snobista, el practicado por aquellos que piensan que todo lo conocen, que todo lo leen, que dominan las teorías literarias posmodernas, cuando lo cierto es que tienen una vida perdida al haber pasado por alto las aventuras que despertaron nuestro amor por la letra impresa, el mundo alucinante de las primeras lecturas.

CARTAS DEL NORTE está bendecido por el aura del azar, la magia y el amor. En una época en la que el arte y la literatura no se salvan de la frivolidad, libros como este, escritos por un hermano lejano de Bartleby, nos hacen pisar tierra, nos ayudan a enfocarnos en lo que realmente debe interesarle a un lector, un escritor…

Editorial: Literaturas.com Libros
Publicado en Siglo XXI

Saturday, June 13, 2009

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Entrevista a Gabriel Ruiz Ortega sobre DISIDENTES, por Francisco Ángeles

La antología Disidentes, que reúne a veinte de los más destacados narradores peruanos jóvenes, es anunciada por Gabriel Ruiz Ortega para esta semana. Conversamos con el encargado de la antología sobre las dificultades por las que pasó la publicación, los criterios de selección, el realismo sucio de los noventa y el buen momento de la narrativa joven en nuestro país.

Por: Francisco Ángeles

La disidencia se entiende normalmente como un acto de rebeldía frente al discurso oficial. Sin embargo, en tu antología figuran todos los más conocidos narradores peruanos jóvenes. Así que la primera pregunta es obvia: ¿por qué “disidentes”? ¿Disidentes frente a qué?
Claro, cuando se escucha la palabra ‘disidente’ pensamos que estamos ante un grupo de revoltosos con tendencias anárquicas. Así que entiendo perfectamente que el título genere más de una pregunta. Cuando empecé a elaborar la antología, en lo último que pensé fue en el nombre, pero sí tenía claro que había que mostrar un quiebre tajante con lo escrito en narrativa joven en la década pasada que, salvo las excepciones que señalo en el prólogo, aportó poco o nada. Por ello, Disidentes yace en el espíritu de negación, en el nivel formal y de tópico, de la narrativa joven de los noventa. ¿Disidentes frente a qué? Disidentes ante la ignorancia y la pose.

En el prólogo escribes que los escritores de los noventa vinculados al realismo sucio quedaron sólo en promesas porque no sentían un verdadero compromiso con la literatura, y que su propósito central era quedar como “leyendas urbanas”…
En los noventa hubo muchísimos narradores que sólo ellos mismos saben por qué quedaron como promesas. Debo haber leído a unos cincuenta, y muchos de ellos vivían con el ánimo de quedar como protagonistas de las más desopilantes experiencias nocturnas. Eso les impedía hacer lo más difícil y básico que requiere un oficio tan arduo como el literario: leer y escribir. Por ello, esos libros han quedado en el olvido. Es imposible mantener una poética sólida a punta de experiencia de vida.

¿Crees que Bukowski, a quien te refieres en el prólogo, ha sido perjudicial para nuestra narrativa?
Bukowski ha sido perjudicial en la medida que se quiso ser Bukowski a lo bestia. O sea, apelando a lo más fácil de emular: la conducta. La persona de Bukowski te puede llevar a la admiración, lo cual es válido, pero una verdadera valoración de Bukowski tiene que descansar en el conocimiento de sus libros. Bukowski no era sólo un borrachito que escribía de sus desdichas, sino que tenía una cultura libresca realmente envidiable. A no pocos narradores de esa década les escuchaba frases como “oye, así yo también puedo escribir”, “puta, cuento mi vida y la hago”, “esto es vida, carajo”. ¿Y qué es lo que hacían? ¿Acaso escribían? No, nada de eso, solamente se juntaban para hacer una chanchita y comprarse una botellita de ron o pisco. Entre tanto trago pensaban que algo tenía que salir.

¿Crees que el realismo sucio está agotado como propuesta?
Detrás del realismo sucio hay una riquísima tradición literaria que nace con Viaje hacia el fin de la noche de Celine, cuyo respiro puede rastrearse en autores como Henry Miller, John Fante y el mismo Bukowski. Toda propuesta muere si es que no conoces la semilla en la que se forja, ya que ninguna manifestación artística nace de la nada. Ningún cambio nace apelando al más puro talento puesto que es necesario conocer qué es lo que quiebra. Lógicamente, si no se conoce la tradición en la que descansa el realismo sucio, toda clase de epígono no será más que una atarantada epifanía con un axiomático mal sabor de boca, de roncito en especial.
Hablemos de la antología. ¿Cuáles fueron los criterios de selección?
Seleccioné autores que ofrecen ese quiebre temático y estructural del que hablé hace un momento, nacidos a partir de 1970, y de cabeza, que tengan, al menos, un libro publicado. Y, lógicamente, que me guste lo que escriben.

Cuéntame cómo surge la idea de hacer la antología.
En agosto del año pasado conversaba con Harold Alva, editor de Zignos, acerca de la cantidad de narradores que estaban apareciendo. Harold me propuso hacer una antología. Y acepté porque me pareció raro que aún no hubiese una antología de narrativa joven en esta década. Así que me puse a elaborar una lista de posibles seleccionados. Empecé con un universo de setenta y de ahí me quedé con cuarenta. Pero como cuarenta es un número exageradísimo para una antología, de ese número me quedé con la mitad…

¿Cuál fue el criterio para ir descartando hasta quedarte con los veinte de la lista definitiva?
Cuando empecé mi recuento pensé que sólo iba a llegar a treinta, pero a medida que iba recordando y revisando algunas notas, la lista fue creciendo descomunalmente. Y no tardé en notar que los trabajos que se destacaban eran aquellos que le sacaban la lengua a la pésima narrativa vivencial de los noventa. En el prólogo menciono a algunos narradores de ese gran grupo que quedaron de lado. Obviamente, no iba a mencionar a todos los cincuenta restantes.

En la lista anterior figuraban Max Palacios y Gabriel Rimachi. ¿Por qué fueron descartados?
Muy simple. Como en todo trabajo, los editores sometieron el prólogo a revisión. E indudablemente, los apreciables libros de Palacios y Rimachi guardan no pocos lazos tributarios con la temática noventera que se critica en el prólogo y que se refuerza indudablemente con los relatos. Y la decisión final de descartarlos fue exclusivamente mía. O sea, en una antología de temática policial, digamos, no puedes meter un par de cuentos de ciencia ficción.

¿La editorial en la publicaron los escritores fue tomada en cuenta para la selección?
Para nada. Es cierto que hay editoriales jóvenes que han aparecido en estos años, e indudablemente son parte de esta realidad, pero siempre lo he visto como un asunto complementario, o sea, pueda que haya nueva editoriales, pero no destacarían si los autores publicados no muestran un muy buen nivel. Hago hincapié en los autores porque son ellos lo que me interesan. Además, si la editorial hubiera ejercido alguna influencia sobre mí, no le hubiera escrito a Daniel Soria para que sea parte del proyecto.

¿Crees en la idea de “generación?
Soy un convencido de que cuando se habla de “generación” se habla de academia, pero yo no soy académico. Y creo también en la idea de “generación” en lo referido al punto de vista del escritor. Cuando se discuten estas ideas hay que delimitar bien desde qué lado se opina, si nos manejamos bien en ese lado, ten por seguro que se pueden sacar muchas cosas más que provechosas…

¿Forman los “disidentes” una nueva generación? ¿Cuáles serían los rasgos estilísticos o temáticos que vinculan a este grupo de escritores?
Sí, creo que los integrantes de Disidentes forman una nueva generación. Además, como nunca antes existe mucho entusiasmo por lo que han escrito y escriben. Y las discusiones que se dan alrededor de ellos casi siempre gira alrededor de sus propuestas, las cuales están rubricadas por el halo de la variedad temática y un claro compromiso personal en consolidar o buscar una voz propia desde sus primeras publicaciones. Eso es patente ni bien los lees. Los integrantes de Disidentes son la mejor muestra de la buena salud que goza nuestra literatura, así esto duela o fastidie a algunos. Uno de los puntos a tomar en cuenta es la polaridad de opiniones que despiertan los trabajos de estos escritores. Eso lo veo como algo sumamente positivo.

¿Hay algún escritor que hayas convocado y no aceptó participar?
Una de las intenciones que me animaron a aceptar esta antología fue hacer un trabajo que sea una muestra tajante contra esas manifestaciones aneuronadas de quienes se empecinan en crear realidades etéreas como “la mafia” y “la argolla”. Pues bien, me interesó contar con un narrador de tendencia izquierdista que vive como neoliberal, a quien no nombraré, que cada vez que puede se manda con un floro remanido de la exclusión, la marginación. Yo le escribí hablándole del proyecto, y lo que este patita me contesta es que no quería ser parte de mi antología porque “ex amigos tuyos y ahora amigos tuyos atacan a mis amigos”. Así como lo oyes, lo cual, más allá de mostrarme un paupérrimo criterio, también le quita toda autoridad moral e intelectual para hablar de la exclusión, la marginación y de criticar a ciertos intelectuales progresistas que veranean en sus casas de playa en Asia. Le escribí porque me parece un autor valioso, pero por desgracia este automarginado no cumple con una frase que me dijo Miguel Gutiérrez hace un tiempo mientras tomábamos café: “para mí, todo escritor debe tener un gran pensamiento”. En otras palabras, no hay que ser idiota. Por ejemplo: tengo un amigo, a quien aprecio, que tiene una confrontación abierta y justificada con un integrante de Disidentes. Si yo hubiera apelado a esa veta del amiguismo, simplemente no lo hubiera llamado para este proyecto. Pero yo no me manejo así, ya que este integrante de la antología es un muy buen narrador, cuyo libro me gustó muchísimo. Siempre he visto a los proyectos literarios como espacios de diálogo y enriquecimiento en el que se deja de lado toda clase de rencillas personales que no tienen nada que ver.

¿Alguno que se te haya pasado y te hubiera gustado incluir? Pensaba en Ernesto Carlín, de quien escribiste en tu blog hace poco…
En una antología siempre habrá quienes queden de lado. Falso al amanecer, esa deliciosa novela de Carlín, me hizo pensar en su momento en contar con él, pero así como por un golpe de suerte di con dicha novela, no he leído nada de él, en ficción, en estos años. Además, Falso al amanecer merece una reedición. También me hubiese gustado contar con una mujer más en Disidentes, e hice hasta lo inimaginable para ponerme en contacto con Alessia di Paolo. También lamento no contar con Jeremías Gamboa, quien no está en la antología porque aún no tiene libro publicado, pero recomiendo sus cuentos que han aparecido en algunas revistas locales. Algo que he aprendido en esta experiencia de hacer una antología es que un escritor no pierde su identidad si no es incluido en alguna, como tampoco la afianza si está en una. Suena ingenuo pero, no sé si para bien o para mal, en varias ocasiones he sido testigo de la elaboración de antologías poéticas, y déjame decirte que es toda una guerra de egos que tienen a la poesía, como tal, en el último escalón.

En el prólogo señalas que lo único que se podría objetar a tu antología es la falta de escritores de provincia…
Sí, es cierto. Varios amigos me dijeron que la ausencia de escritores jóvenes de provincia podía traer ciertos reparos que últimamente tienen el aura de la sensibilidad. Pero tampoco soy un demagogo o un hipócrita para poner a un escritor de provincia si no me muestra en libro y propuesta una calidad apreciable. Por varias razones, el año pasado viajé con frecuencia dentro del país, y en mi estancia en ciudades como Cusco, Arequipa, Iquitos y Trujillo me di tiempo para contactarme con escritores de la zona para que me hablaran de la producción en narrativa joven, y así buscar los libros que posiblemente me interesen. Pues bien, la sorpresa fue que no había libros de jóvenes autores, pero sí revistas y plaquetas en los que publicaban sus cuentos o adelantos de novela. Hay un rollo muy malsano que se maneja alrededor de los escritores jóvenes de provincia. Es cierto que hay muy buenos, pero no es lo mismo un cuento publicado en revista que uno que es parte de un libro. El libro te ofrece la garantía, al menos en apariencia, que dicho escritor seguirá publicando. También me di cuenta que las dificultades para publicar son las mismas para un narrador joven de la capital y para uno de provincia, pero es axiomático que en Lima tienes mayores posibilidades de difusión. Y para serte franco, sí me hubiese gustado contar con algunos, pero no soy un demagogo.

La publicación de Disidentes se ha ido postergando…
En un principio iba a presentarse en la Feria del Libro Ricardo Palma, no se pudo. Luego, a fines de ese año, no se pudo. Luego, se anunció para la Feria del Libro de Trujillo, tampoco se pudo. Luego, Harold me prometió que quince días después de lo de Trujillo se tendría la antología, y ya la historia es conocida. Sin embargo, las cosas pasan por algo, ya que después de la primera postergación leí al último autor en integrarse a Disidentes: Augusto Effio Ordóñez. No me iba a perdonar no contar con él.

En ese tránsito, el proyecto cambia de editorial…
Por boca de Harold, sabía del interés de otras editoriales en hacer una coedición, pero tampoco es nada agradable enterarte de una postergación a un día de la fecha límite. No te digo esto por una posible cólera a Harold, porque no la hay, sino porque he sido yo quien ha tenido que dar la cara en cada una de estas postergaciones. Y bueno, ya David Ballardo me estaba hablando del proyecto editorial que pensaba sacar con Walter Sanseviero. Noté un interés responsable por la antología, por eso es que Disidentes sale con Revuelta Editores.

Finalmente, ¿dónde se podrá conseguir el libro?
Estará el martes 22 de mayo en todas las librerías. David Ballardo está a cargo de ello.
Publicado en El Hablador (blog)

Entrevista a Gabriel Ruiz Ortega sobre DISIDENTES, por Vanessa Arrué


«Lo que me gusta más de los escritores de “Disidentes” es su capacidad de riesgo por la novedad»

Vanessa Arrué

La nueva narrativa peruana atraviesa una etapa sumamente interesante. Los narradores que Gabriel Ruiz Ortega (Lima, 1977) convocó para “Disidentes (Muestra de la nueva narrativa peruana)” es un necesario trabajo en el que se destaca lo que para muchos es la mejor generación de escritores jóvenes de los últimos treinta años en Perú. “Disidentes” ha sido publicado por el sello Revuelta Editores, de David Ballardo y Walter Sanseviero. La antología ya se encuentra distribuida en Argentina, Chile y México. Sobre el proceso de elaboración de “Disidentes” conversamos con Ruiz Ortega, quien es también autor de la novela “La cacería”.

Vanessa Arrué
¿Qué es lo que te llevó a elaborar una antología sobre la narrativa peruana última?

Gabriel Ruiz Ortega
La razón de peso que me llevó a embarcarme en este proyecto fue que ya han pasado los años suficientes como para poder ofrecer una muestra de lo mejor que en narrativa joven se está escribiendo en Perú. Para nadie es una duda que la nueva narrativa peruana atraviesa un momento expectante que se sustenta en libros de gran calidad. Y el elaborar una antología que refleje esta realidad era algo que se veía venir.

Vanessa Arrué
¿ Por qué el nombre de “Disidentes”?

Gabriel Ruiz Ortega
Puede sonar un tanto caprichoso, pero Disidentes es un nombre que se ajusta al espíritu del proyecto, el cual busca englobar a los narradores que muestran un quiebre tajante con el realismo sucio muy mal asimilado por muchísimos narradores jóvenes en la década pasada en Perú. En esos años, el realismo sucio tuvo un auge desproporcionado, lo cual está bien, pero lo malo es que no se asimiló bien el legado de Bukowski y otros exponentes referenciales. Y lo mejor que se ha escrito en narrativa en estos años en Perú descansa precisamente en la negación de esa pose de escritor maldito e incomprendido. Se pensaba que el realismo sucio iba a continuar con su estela en lo que se iba a escribir en los años 2000, pero no fue así, y esto, llamémoslo de alguna manera, es una disidencia ante una corriente que amenazaba con enquistarse. Lógicamente, el realismo sucio es perjudicial cuando no se conoce la riquísima tradición en la que descansa.

Vanessa Arrué
¿Durante cuánto tiempo trabajaste “Disidentes”?

Gabriel Ruiz Ortega
Estuve metido unos cuatro meses seleccionando. Llegué a tener una lista de setenta narradores y me quedé con los veinte narradores que dan vida a esta antología, la cual puede tener algunos defectos porque siempre hay quienes quedan de lado, pero estoy seguro que nadie la puede calificar de caprichosa. Están los que tienen que estar.

Vanessa Arrué
¿Tienes alguna anécdota que te haya ocurrido durante su elaboración?

Gabriel Ruiz Ortega
Siempre hay cosas que te pasan en plena elaboración, pero mientras la confeccionaba tuve experiencias personales que, viéndolas a la distancia, me llevan a calificarlas como las más fuertes y valiosas de mi vida. En ese sentido, “Disidentes” me ayudó a concentrarme y vivir una realidad paralela cuando más necesitaba estar desconectado. Además, ni bien “Disidentes” salió a la venta, algunas voces hicieron sentir su voz contra mí, descalificándome apelando a los más bajos afanes por llamar la atención, pero soy de la idea de que perennizar odios o celos del presente no es literatura. Por eso no contesto ninguno de los ataques. La literatura es como el fútbol, te ofrece revanchas, y estas se canalizan por medio del trabajo, la producción y, sobre todo, la perseverancia. No vale la pena pelearse.

Vanessa Arrué
¿Cómo le ha ido en críticas a Disidentes?

Gabriel Ruiz Ortega
Bueno, en menos de dos meses Disidentes ha cosechado siete reseñas. Sin contar las estafetas de Somos y Perú 21 y las reseñas que aparecieron en el blog El Hablador, que dicho sea, sino fuera por ese blog “Disidentes” no hubiera causado el revuelo que tiene. Con respecto a la crítica pues valoro mucho las opiniones, así sean favorables o contrarias, porque si se han atrevido a comentarla es porque el prólogo los llevó a eso. Cosa que a los editores de Revuelta como a mí nos parece que está más que bien. Lo que sí me deja muy tranquilo, o satisfecho, mejor dicho, es que casi todos han señalado que la selección de “Disidentes” es irreprochable.

Vanessa Arrué
¿Qué es lo que más te gusta de esta antología?

Gabriel Ruiz Ortega
Siéndote sincero, y sin exagerar, me gustan todos los relatos de “Disidentes”. Cuando se lee la antología uno se da cuenta que hay una riquísima variedad temática y estilística que no solo se suscribe a la tradición peruana, sino que en ella es posible rastrear tradiciones tan disímiles como la mexicana, la argentina, la brasileña, la cubana, la italiana, la norteamericana, etc., sumado a que podemos ver diálogos de influencia con parcelas creativas no necesariamente literarias como la música y el cine. Lo que me gusta más de los escritores de “Disidentes” es su capacidad de riesgo por la novedad.

Vanessa Arrué
¿A qué se debe la aparición de estos nuevos narradores?

Gabriel Ruiz Ortega
Son varios factores los que se juntan cuando ves una eclosión como esta. Por un lado están las nuevas editoriales dispuestas en apostar por nuevos narradores, la atención de los medios de comunicación, que no es mucha, pero algo es algo; sin embargo, todos estos factores no serían columnas de difusión si es que la base no fuera sólida, y esta base la conforman los escritores que han aparecido con una propuesta muy fuerte que no ha pasado desapercibida.

Vanessa Arrué
Alonso Cueto y Santiago Roncagliolo, ¿serían ejemplos del buen momento de la narrativa peruana actual?

Gabriel Ruiz Ortega
Lo bueno de los premios otorgados a Cueto y Roncagliolo es que no se trata de un par de hechos aislados, tal y como ocurría hace muchos años. Esto se refuerza con otros premios importantes como el que le acaban de dar a Blanca Varela. Además, cuando la mirada de la prensa y editoriales foráneas se fijan en lo que se está escribiendo en Perú, se encuentran con una riquísima producción que no solo atañe a narradores mayores, sino que esta tiene todos los visos de continuar gracias a la producción joven que está dándose.

Vanessa Arrué
Siendo un integrante de la generación de autores que seleccionas, ¿cómo marcaste distancia?

Gabriel Ruiz Ortega
Cierto es que soy un integrante de esta generación de nuevos narradores peruanos, pero la distancia siempre la he tenido con el ambiente literario en Lima, me siento muy ajeno a lo que sucede aquí, aunque no parezca. Por otro lado, no conozco personalmente ni a la mitad de los narradores que integran “Disidentes”, solo soy amigo de tres de ellos, quienes no están en la antología por ser amigos míos, sino porque sus libros me gustaron mucho. Y bueno, me hubiese gustado contar con Jeremías Gamboa y Francisco Ángeles, pero están en calidad de inéditos.

Vanessa Arrué
En realidad tampoco es una antología de cuentos, en ella hay fragmentos de novela.

Gabriel Ruiz Ortega
Cuando un narrador se da a conocer, siempre, o casi siempre, lo hace a través del cuento. Pero tres de los narradores que forman esta eclosión narrativa se dieron a conocer por medio de la novela. Por ello utilice fragmentos de “Casa de Islandia” de Luis Hernán Castañeda; “Habrá que hacer mientras tanto” de Ezio Neyra Magagna; y “La evasión” de Christopher van Ginhoven. Los tres fragmentos pueden leerse como cuento, pero, ante todo, en ellos se exhibe el estilo, muy en especial en el caso de Van Ginhoven.

Vanessa Arrué
¿Quiénes son los autores seleccionados?

Gabriel Ruiz Ortega
A los ya mencionados, están Claudia Ulloa Donoso, Susanne Noltenius, Alexis Iparraguirre, Edwin Chávez, Johann Page, Víctor Falcón Castro, Pedro Llosa, Marco García Falcón, Leonardo Aguirre, Antonio Moretti, Miguel Ruiz Effio, Daniel Soria, Santiago Roncagliolo, Augusto Effio Ordóñez, Carlos Yushimito, Juan Manuel Chávez y Daniel Alarcón. No es que quiera exagerar, pero con ninguno hay pierde. Son muy talentosos. Y estoy sumamente agradecido, con todos ellos, por creer en el proyecto.

Vanessa Arrué
Y sobre tu producción personal, ¿qué es lo que estás escribiendo?

Gabriel Ruiz OrtegaEn estos momentos estoy descansando. Espero que en no mucho haya novedades.
Publicado en Literaturas.com